martes, 24 de septiembre de 2013

La Última Luz del Verano

Dedicado a Alberto Fraile

Si la primera luz del otoño la recibe la Amargura en el milagro de cada 19 de septiembre cuando el sol besa su cara, el último rayo del estío da a la Virgen de las Mercedes cuando sale de su capilla cada último sábado del mes citado. 
De la página web: Rafaes

La Puerta Real y la pequeña placita que antiguamente era porticada se queda pequeña cuando los rayos atronadores inundan el lugar y buscan hacer más grande la aureola de la Virgen. Es el otro milagro que nos regala el último mes del verano, donde se confunden las gentes que vuelven de las playas y las primeras hojas caídas. Son los últimos días de camisas con manga corta y abanico porque en poco tiempo se pasará a la rebequita y la chaqueta fina. El sol atraviesa las colinas del Aljarafe, busca San Laureano e ilumina el paso para que toda la calle Alfonso XII reciba la belleza de Ella.

San Vicente, ese barrio donde las calles estrechas parecen galerías de un convento entre barreduelas de naranjos, casas señoriales y balcones que casi se juntan unos con otros; dan la bienvenida un año más a su Virgen de la Ventana, a la Señorita del Museo que recibe siempre las 24 horas al que quiera hablarle a través de los cristales.

El Museo, con sus impresionantes árboles de liana, acoge la pequeña procesión, humilde pero llena de hermanos guiados por su Madre, la cual redime siempre a los cautivos, aquellos prisioneros de la sociedad, de la exclusión, del paro y de otros males que provocamos los seres humanos. Para ellos, Ella siempre va a tener una sonrisa.

La Parroquia del barrio, con su inscripción sobre el pórtico: “la casa de los pobres es la escalera del cielo”, bendecirá a su Vecina un año más. Las hermandades llenarán la puerta y el sol se despedirá para que se propague por la collación la verdadera luz que da sentido a nuestro día a día, Mercedes.

La noche caerá sobre la calle Abad Gordillo y las últimas brisas veraniegas jugarán con las esquinas en Mendoza Ríos, Redes o Plaza de Rull. Las marchas se suceden sin solución de continuidad mientras desde las casas se tiran pétalos. La procesión es como un niño, cuando sale es como un alborozo; mientras que cuando ya viene de vuelta, es más ordenada y recogida.

Los vecinos ven un año más como la Virgen de las Mercedes se les va hasta el año que viene si Ella quiere. Algunos la acompañan hasta su humilde capilla, detrás del paso, a su lado o entre el cortejo donde van los hermanos con los cirios gastados. El capataz ya tiene en su chaqueta algunos chorreones de cera. Muchas flores del paso se han quedado en el camino, en las casas donde hace falta. Si Dios y su madre no se quedaran en las casas de las personas, esto no serviría para nada.

El paso ya ha dado la vuelta en la última chicotá, la banda toca los últimos acordes. Suena el martillo. Los zancos al suelo. Mercedes se encara hacia sus vecinos y deja escapar la última luz del verano de la Ciudad de la Gracia. 

Juan Manuel Luna Cruz

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