domingo, 28 de julio de 2013

El abandono de viviendas del centro de Sevilla

Estos días, se puede pasear por una Sevilla solitaria, que ha sido abandonada porque mucha gente (no toda) que se marcha a los baños. En medio de esa tranquilidad y sosiego de las calles, se puede descubrir una tendencia que está sucediendo en los últimos años y que, a poco que se muestra, da miedo pensar en el futuro. Se trata del aumento de abandono de viviendas en el centro de la ciudad. Tanto de grandes casas como de pisos y locales. Este hecho se está generalizando en los numerosos barrios intramuros y asusta al pensar que dentro de unos años, apenas vivan personas en el centro de nuestra urbe.

Un vistazo por las fachadas, ventanas o puertas cerradas a cal y canto da una idea de la dejadez de los edificios y del progresivo deterioro que sufren muchos de ellos ya que muchos propietarios han dejado estas casas para mudarse a otras zonas de Sevilla.

Muchos factores pueden dar lugar a estas situaciones; sin embargo, el principal y como todos ya sabemos es la crisis que sufrimos. El sector inmobiliario es uno de los primeros que ha sido afectado y hoy día, vender o alquilar un piso o local es misión imposible. No digamos vender o alquilar una casa.

Las zonas más afectadas por el abandono de casas y edificios son el sector de San Vicente-Museo y los aledaños de la plaza del Molviedro y calle Zaragoza. En la calle Rafael Calvo, entre la plaza del Museo y la calle San Roque, se han podido contabilizar 4 casas cerradas y abandonadas, con los cristales de las ventanas rotos y las puertas con candados. También hay casas abandonadas o que están sin su cartel de venta o alquiler en la calle Abades y adyacentes.

Otro punto interesante, que tiene más o menos relación es el incremento de solares y derribos que se están produciendo en numerosas calles del casco histórico. En la calle Relator hay uno; en la estrechez de Abades, otro; en González Cuadrado, otro. Y puede haber más que se hayan escapado de la vista.

Puede ser algo anecdótico, pueden ser simples casos aislados dentro de otra tendencia, pero los datos ahí están y la observación del ambiente en las calles también. Ya no vive tanta gente en el centro. Las personas se han mudado a zonas periféricas. ¿Cuesta mucho dinero comprar una casa o un piso en el casco histórico? ¿Hay problemas de movilidad para acceder con el coche o el transporte público y por eso la gente no quiere vivir en una calle del corazón de la ciudad? ¿No puede haber soluciones a esta situación?





 




Juan Manuel Luna Cruz

miércoles, 10 de julio de 2013

San Luis restaurada y descolorida

La Iglesia de San Luis de los Franceses, situada en la calle San Luis, acoge estos días las últimas reparaciones y labores de limpieza antes de ser reabierta de nuevo al público sevillano y visitante.

Esta joya del último barroco, de principios del siglo XVIII, fue construida con el diseño de Leonardo de Figueroa (arquitecto del Salvador, la Magdalena o la capilla sacramental de Santa Catalina), y participaron artistas como el escultor Pedro Duque Cornejo o el pintor Lucas Valdés. Este suntuoso templo es uno de los que tuvieron los jesuitas junto con la Casa Profesa y la Iglesia de la Anunciación, San Hermenegildo (en la plaza de la Concordia), el colegio de los Ingleses (actual iglesia de San Gregorio en la calle Alfonso XII) y el colegio de la calle Becas, edificios que fueron perdiendo debido a las sucesivas expulsiones que sufrieron a lo largo de los siglos. Sin embargo, hoy les queda la residencia de Jesús del Gran Poder y el colegio Portaceli.

San Luis representa la explosión del barroco y llegamos a un punto donde los ojos se cansan ante tantos detalles y motivos ornamentales que acompañan a las esculturas en los altares y las pinturas. Se trata de elementos muy utilizados en los arquitectos y artistas nombrados anteriormente, por ejemplo de Figueroa pasa lo mismo en la portada del Palacio de San Telmo o la Capilla Sacramental de Santa Catalina (cerrada al culto).

Durante los últimos años se observaba la dejadez del edificio, con numerosos matojos en la fachada, escaleras de entrada, torres y cúpula. El interior era demasiado oscuro, salvo los ventanales que dejaban entrar gran cantidad de luz para ver los frescos de Valdés. Los cuidados eran mínimos y lo único que te encontrabas era una señor sentado en una mesa delante del altar mayor con un portátil siempre, al que parecía que le daba igual todo lo que pasaba por allí sin apenas detenerse a explicar algo a los turistas que entraban en el monumento.




















Un servidor supone que la situación de esta iglesia mejorará después de la restauración realizada y financiada con el fondo del 1 % cultural del ministerio de Fomento. A pesar de ello, algunos resultados que se pueden ver desde fuera ya, se aprecia cómo San Luis ha perdido sus colores: el rojo y el amarillo albero. Con la limpieza que han realizado, han dejado a la cúpula y las torres gemelas descoloridas. 

Un servidor se lamenta que con lo llamativa que era antes la portada a pesar de los problemas que tenía, pueda, con la rehabilitación que le han hecho, perder su carácter y se convierta en algo sin vida como muchos edificios que perdieron sus raíces populares y pasaron a ser meros centros turísticos. Deseo que este ejemplo sea un equilibrio entre un centro cultural y exponente turístico en el barrio de la Macarena; y que tampoco pierda su identidad popular y cercana con los vecinos y ciudadanos de la ciudad.

Juan Manuel Luna Cruz