miércoles, 18 de agosto de 2021

El mundo occidental no sabe qué ofrecer

 Tras haber observado durante un tiempo prudencial lo que ha acontecido en Afganistán, uno se atreve a titular de la forma en la que han leído el comentario que ahora escribo y repito. El mundo occidental no sabe qué ofrecer a sus ciudadanos. Llevan tiempo diciéndonos que estamos ante un cambio de paradigma. Pero, ¿cuál? ¿Mejor? ¿Peor? Estos días han recordado que los Estados Unidos han estado en Afganistán durante dos décadas. Ahora, han salido del país y, en pocas semanas, los talibanes han recuperado el poder. 

¿Recordamos estas dos décadas? Atentado de las Torres Gemelas en 2001, 11 de marzo de 2004 en Madrid o atentados durante años en Londres, Marsella y Bruselas. Por otro lado y no menos importante, la crisis económica de 2008, de la cual no nos habíamos levantado cuando llegó el coronavirus. Estos días ya nos están diciendo que aprendamos a vivir con él. 

Crisis políticas, económicas y sociales. ¿Recuerdan cómo era la vida hace dos décadas? Un joven salía de su formación con un empleo, más o menos, digno, y un coche, pareja, hipoteca y un largo etcétera. El cambio climático, el paro, la mala gestión, la demografía de los países occidentales... no sé, viendo a grandes rasgos y, a brochazos, estas cuestiones llego a ese titular. 

Los estados democráticos, sociales y liberales no han llegado a resolver el día a día de sus ciudadanos por sus cuitas internas y externas y, humildemente, creo que llega desde Oriente otra propuesta que, para alguien que se ha criado y educado en este mundo occidental es peor de lo que hay (y la situación es mala en cuanto al desarrollo de la vida de una persona). 

Sin embargo, los gobiernos, las instituciones, las empresas o los simples trabajadores no proponen otro modelo de vida. Aguantan este modelo que hay sin actualizarlo. Al otro lado del mundo, en Asia y Rusia, vienen ecos de otra propuesta de vida, de otro modelo político, económico y social, el cual repito que, para mí son peores a nuestra propuesta. 

Miramos el avance de esas ideas sin actuar. Llegan a nuestras ciudades, a nuestros países y no respondemos. Entonces, ¿sólo cabe dejar pasar el tiempo hasta que ese modo de vida se implante en nuestros estados? ¿Ese es el final del "Occidente" que conocemos? Veremos qué acontece en Oriente y las réplicas que pueden llegar a las puertas de nuestras casas.