martes, 15 de mayo de 2012

Han nacido de nuevo

Estaban retrasándose, me daba la sensación; sin embargo, ellas saben llegar a tiempo y cada año me demuestran que el impaciente soy yo. Se las ha visto nacer poquito a poco en el Parque, en el Prado, al lado del Parlamento, en la ribera del río…pero hoy ha sido cuando han explotado en sus árboles. Con el amanecer, aparecía en el cielo un color rosa que anunciaba la llegada del astro sol. Al lado del puente que une las dos orillas, se mezclaba este rosáceo, con un violeta que nacía en las copas de las jacarandas. Sí. Han nacido de nuevo. Han vuelto después de las lluvias de abril; y con el calor de mayo han vuelto a aparecerse a nuestros ojos, cuan multitud de pequeñas campanitas encima de nuestras cabezas movidas por la suave brisa que llega por el río grande de los árabes. Se han vuelto a presentar para no fallar a su cita con la ciudad. Ellas no entienden de crisis, de cambio climático, de políticos, de huelgas…ellas firmaron un compromiso con la tierra que les da las sales, del aire que le proporciona vida, de los pájaros que viven en ellas, de los nostálgicos que las recuerdan todo el año…y ese compromiso se cumple como rito y regla. Por eso, hay que disfrutarlas. Hay que darse un paseo para quitarnos de encima los malos pensamientos y los agobios. Hay que enamorarse de nuevo por cada primavera. Hay que levantarse cuando más te pese la vida y afrontarla mirando hacia delante y deleitándose con los momentos que se te quedan marcados. Y uno de ellos es este: la vuelta de las jacarandas. Ellas confirman la presencia del mes de mayo en la ciudad, el mes de la Virgen, de las cruces, de los patios engalanados de hermosura y al mismo tiempo de sencillez, de volver a ser niños, de juguetear con nuestros recuerdos bajo las campanitas de color violeta mecidas por la brisa del río. 

Juan Manuel Luna Cruz

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