miércoles, 13 de marzo de 2013

"Yo soy funcionario"


Como en todos los aspectos de la vida, hay de todo en la viña del Señor, porque si no, esto sería muy aburrido. Puede que muchas personas se me echen al cuello porque voy a expresar mi humilde opinión sobre uno de los sectores más castigados de la crisis y que sustenta parte de la economía española, pero también es un sector donde el absolutismo y la famosa frase del siglo pasado (“Usted no sabe con quién está hablando”), impera y forma parte del sistema. Si no lo han adivinado todavía, me refiero a los funcionarios.

El otro día charlaba con un amigo a la altura de Santa María la Blanca cuando un trabajador de Lipasam, el cual limpiaba la zona con la manguera, casi nos ducha. Evitamos todo lo posible que no nos mojara y continuamos nuestro camino. No le dijimos nada. Comenzamos a hablar sobre cómo se toman numerosos operarios y miembros de empresas públicas al resto de la gente. ¿No pudo ese trabajador retirar un momento la manguera para que pudiésemos pasar? Te responden que no, que él está trabajando y el que te tienes que quitar eres tú. Algunas veces de forma grosera. No quiero quedarme solo con el ejemplo más cercano en el tiempo (Lipasam), sino que quiero trasladarlo a todas las administraciones, desde la local hasta la nacional. Da la sensación de que cuando vas a Hacienda o a solicitar una beca, o a la sanidad o a un organismo del Estado, en vez de hacer el trabajo, te hacen un favor dándote un papel o diciéndote que te tienes que ir a otro sitio. Parece que se repite el “vuelva usted mañana” de Mariano José de Larra.

¿No se puede mejorar la eficiencia de la Administración? ¿No se puede, por ejemplo, adelgazar los trámites para montar una empresa? ¿No se puede incentivar el trabajo bien hecho y rápido? A un servidor le da la sensación de que no, de que hay una “mano negra” que quiere que lo único que hagamos sea movilizarnos y manifestarnos cuando la mejor de las protestas es hacer lo contrario de lo que te dicen. Los funcionarios andan adormilados en sus puestos de trabajo y lo único para lo que son llamados es para rebelarse un rato contra el que está en el poder. Si ellos ayudaran al ciudadano y colaboraran para un sistema mucho más fácil de entender y con menos burocracia, esto se haría más liviano.

Sé que las cosas que uno propone son auténticas utopías pero si una persona lo hace un día, y al siguiente, otra, y otra, y otra…así hasta cambiar el modelo establecido, la convivencia entre todos será mucho mejor y las dichosas famas que tienen los miembros de la administración desaparecerán. Sobre todo, para aquellos que hacen su trabajo normal y bueno todos los días del año. 

Juan Manuel Luna Cruz