miércoles, 10 de julio de 2013

San Luis restaurada y descolorida

La Iglesia de San Luis de los Franceses, situada en la calle San Luis, acoge estos días las últimas reparaciones y labores de limpieza antes de ser reabierta de nuevo al público sevillano y visitante.

Esta joya del último barroco, de principios del siglo XVIII, fue construida con el diseño de Leonardo de Figueroa (arquitecto del Salvador, la Magdalena o la capilla sacramental de Santa Catalina), y participaron artistas como el escultor Pedro Duque Cornejo o el pintor Lucas Valdés. Este suntuoso templo es uno de los que tuvieron los jesuitas junto con la Casa Profesa y la Iglesia de la Anunciación, San Hermenegildo (en la plaza de la Concordia), el colegio de los Ingleses (actual iglesia de San Gregorio en la calle Alfonso XII) y el colegio de la calle Becas, edificios que fueron perdiendo debido a las sucesivas expulsiones que sufrieron a lo largo de los siglos. Sin embargo, hoy les queda la residencia de Jesús del Gran Poder y el colegio Portaceli.

San Luis representa la explosión del barroco y llegamos a un punto donde los ojos se cansan ante tantos detalles y motivos ornamentales que acompañan a las esculturas en los altares y las pinturas. Se trata de elementos muy utilizados en los arquitectos y artistas nombrados anteriormente, por ejemplo de Figueroa pasa lo mismo en la portada del Palacio de San Telmo o la Capilla Sacramental de Santa Catalina (cerrada al culto).

Durante los últimos años se observaba la dejadez del edificio, con numerosos matojos en la fachada, escaleras de entrada, torres y cúpula. El interior era demasiado oscuro, salvo los ventanales que dejaban entrar gran cantidad de luz para ver los frescos de Valdés. Los cuidados eran mínimos y lo único que te encontrabas era una señor sentado en una mesa delante del altar mayor con un portátil siempre, al que parecía que le daba igual todo lo que pasaba por allí sin apenas detenerse a explicar algo a los turistas que entraban en el monumento.




















Un servidor supone que la situación de esta iglesia mejorará después de la restauración realizada y financiada con el fondo del 1 % cultural del ministerio de Fomento. A pesar de ello, algunos resultados que se pueden ver desde fuera ya, se aprecia cómo San Luis ha perdido sus colores: el rojo y el amarillo albero. Con la limpieza que han realizado, han dejado a la cúpula y las torres gemelas descoloridas. 

Un servidor se lamenta que con lo llamativa que era antes la portada a pesar de los problemas que tenía, pueda, con la rehabilitación que le han hecho, perder su carácter y se convierta en algo sin vida como muchos edificios que perdieron sus raíces populares y pasaron a ser meros centros turísticos. Deseo que este ejemplo sea un equilibrio entre un centro cultural y exponente turístico en el barrio de la Macarena; y que tampoco pierda su identidad popular y cercana con los vecinos y ciudadanos de la ciudad.

Juan Manuel Luna Cruz

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