jueves, 27 de febrero de 2014

El Patio de la Vida

Patio del Centro Itálica
El patio es la infancia. El patio es la patria chica de muchas personas. El patio nos reconcilia con nosotros mismos y con los demás. Es la arquitectura perfecta para alcanzar la eternidad. Los romanos y los árabes lo adoraban. Era el punto de encuentro. Era la cercanía con lo sobrenatural. La paz, la tranquilidad, el sosiego, la naturaleza, el agua, lo verde, el color, el sonido…son algunos elementos que describen al patio. Cada persona tiene el suyo donde vuelve a esos tiempos irrecuperables donde soñábamos y nuestras preocupaciones eran mínimas.

Ahora, nuestro mundo nos ahoga entre móviles, ruidos de coches, gritos, agobios…Cuando nos reencontramos con el canto de un mirlo, el susurro del agua o el suave movimiento de las hojas de los árboles no necesitamos un paraíso, ya lo tenemos algunos aquí abajo.

El patio es la vida enfrente de tus ojos. Eres tú mirándote a ti mismo. Es la ternura de unos ojos infantes que no han sido todavía atrapados por la maldita sociedad. El niño que fuiste te pregunta si estás disfrutando de la vida como de pequeño. ¿Sigues añorando esos ojos negros llenos de Soledad? ¿Sigues corriendo entre la verdina y escondiéndote bajo las escaleras y los pasillos? ¿Evocas ese patio blanco lleno de luz que se transformaba en color naranja cuando echaba Carmelita los toldos?

El patio es el lugar donde habita el tiempo, donde miras al pasado, encuentras el presente, buscas el futuro y observas lo que pudo ser y no fue, ese último tiempo también existe aunque lo queramos omitir. Cuando nos alejamos del patio de nuestra vida, el destierro es cruel, ya que nuestra memoria escoge siempre el camino más corto para herirnos.

Ya lo dijo el poeta: “Donde nací una vez, moriré siempre”.

Juan Manuel Luna Cruz

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