miércoles, 12 de diciembre de 2012

El concepto de la calle



Últimamente se escuchan muchas voces tanto de personas anónimas como de personajes públicos que se refieren al concepto de la calle como si fuera malo para los niños y jóvenes. “A ver si podemos buscar un lugar para alejar a los niños de la calle…” o “es que las bandas de música u otras asociaciones hacen una gran labor porque quitan a los jóvenes de los peligros…” Estas ideas repetidas numerosas veces creo que están un poco fuera de lugar.
¿Por qué? Porque la calle nos ha mostrado la realidad a todos nosotros, a nuestros padres, a nuestros abuelos…Primero, se nos forma en el hogar, luego llega la escuela y después la calle, que es donde verdaderamente nos buscamos las habichuelas y demostramos al mundo lo que valemos y somos capaces de hacer. Y eso debe aprenderse desde pequeño.
Yo, que soy joven, me sorprendo cuando dicen mis mayores que hay que alejar a los niños de las calles porque nada más que hay cosas malas. En gran parte, sí; pero también hay grandes cosas por descubrir en las plazoletas, con los amigos, con los compañeros, con los contrincantes, con los desconocidos, y con muchos elementos que también nos van construyendo como persona. Yo he aprendido a reírme de mi mismo en la calle, he aprendido a defenderme, he descubierto cosas malas y buenas, yo me he desarrollado como persona con mis queridos Ignacio, Rafael, Enrique, Faustino… o jugando al fútbol en los campos de Arjona los viernes con Fernando, Curro, Juan Ignacio o Juan. Yo me formado con una larga lista de personas y he tomado cosas de ellas y las he puesto en marcha para ser un conglomerado y ser lo que soy.
Por eso, me llama la atención que quieran dejar solas las plazas donde juegan los niños y las niñas a la pelota o a la comba; se caen por primera vez y se levantan solos; se pelean y luego se perdonan, ayudan a un mayor que le pide ayuda para cruzar la calle; entre otras muchas cosas. Ahora, los dejan solos en las casas, con burdas máquinas que los alejan de la realidad y les trasladan a una que no existe. Los ordenadores, los móviles y otros cachivaches nos envuelven y nos llevan a un mundo donde somos los protagonistas y las cosas se hacen porque nosotros queremos. Evidentemente, en la vida real no funciona así, y en algunos casos podemos crear problemas porque no estamos conformes de cómo actúa el mundo y queremos que vaya a nuestro antojo. No escondan a los niños, dejen que salgan, que aprendan, que conozcan las maravillas que existen, enséñenles a valorar lo que hay de puerta a fuera sabiendo lo aprendido de puertas a dentro porque a lo mejor con tanta protección, estamos acercando a las generaciones que vienen a otros peligros peores.

Juan Manuel Luna Cruz

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