lunes, 20 de agosto de 2012

5 hermanos y un gran viaje

Frente al papel en blanco, como el pintor con un lienzo o el músico con el pentagrama, uno tiene que escribir 3 semanas en pocas líneas. ¿Pero qué escribo? ¿Un resumen? Sería larguísimo y pesado para aquellos que leen este humilde blog. ¿Una explicación del viaje? Demasiado objetivo y falto de sentimientos. Intentaré probar con un collage de palabras, frases, párrafos para acercarles todo lo que he vivido con mis 4 hermanos. Podemos empezar con una imagen como la de la Sagrada Familia, mole de piedra modernista donde Gaudí jugó con el espacio para crear una obra para la eternidad. Luego, un laberinto de subterráneos donde casi nos perdemos entre trenes, mapas de líneas y  bocas que nos hacen aparecer en otro punto de la capital catalana. Por la tarde, primer amago de infarto en forma de tren cama dirección París. Sin embargo, los infartos se quedan para nuestras risas en el futuro. La ville son muchos adjetivos, nombres, piropos a esta ciudad sin límites, grande no, tremenda de grande donde nos la pateamos entre queriendo y sin querer. La vuelta al hostal desde la torre Eiffel, antológica. Los Campos Elíseos, les Invalides, Notre Dame…que les voy a contar. El camino a Luxemburgo nos presagiaba un lugar lleno de verde y paz donde descansamos después de largas caminatas francesas. Un momento para nuestros recuerdos fue la ladera frente a la ciudad que convertimos por unos minutos en un tobogán gigante. Al día siguiente, Bruselas nos esperaba amable, muy de fiar, generosa, donde disfrutamos degustando sus famosas cervezas y chocolates belgas. Si me tengo que quedar con una imagen, prefiero elegir dos: el amanecer en Brujas y el infinito Mar del Norte en Ostende. Como dice Ignacio Cruces, “de los mejores días del viaje”. Continuamos nuestro caminar y, por calificarlo con un verbo, nos topamos con Ámsterdam. Un caos donde sus habitantes se desenvuelven como peces en el agua. Éramos visitantes y no estábamos acostumbrados después de pasear por urbes tan tranquilas. De lo mejor, Vondelpark y los paseos entre cipreses, pinos y lagos. Llegamos al punto álgido de nuestro camino y comenzamos a bajar Europa. La siguiente parada era Alemania y Frankfurt. No sabíamos si sorprendernos o no cuando descubrimos que debajo de la sede del Banco Central Europeo (ese sitio donde mandan los alemanes y que no para de marearnos), hay una discoteca donde nos denominaron de muy mala forma, pero en fin, no hay que darle mayor importancia. Múnich fueron muchos contrastes. Pasó de ser una metrópoli por descubrir y con muchos atractivos a una película surrealista y esperpéntica propia de Berlanga o Ramón María del Valle-Inclán. De Italia…que les voy a contar que no sepan ya: belleza veneciana y majestuosidad florentina.
Creo que este collage no necesita más pinceladas de palabras, solamente me gustaría dar las gracias a mis 4 hermanos por vivir con ellos esta experiencia y recomendar un viaje como este de Interrail a todos aquellos que tienen curiosidad por descubrir y ganas de conocer no solo nuevos o singulares lugares sino a otras formas de vivir.
Juan Manuel Luna Cruz

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