Antes de empezar el nuevo curso universitario en la
facultad, que se añade a los que ya han comenzado en otras universidades,
colegios e institutos españoles, querría reflexionar sobre estos próximos
meses, los cuales prometen ser entretenidos.
Desde hace varios años (porque la crisis dura ya 5
años), se está maltratando a distintos sectores de la sociedad para conseguir
objetivos más bien inciertos sobre el euro, la economía y otras tonterías
varias. La población reacciona porque no puede tolerar cómo le suben los
impuestos, las prestaciones y los servicios disminuyen, mientras vemos todos
los días que las medidas a los que tienen más son mínimas, por no decir nulas.
Se ataca, como siempre se ha hecho, se hace y se hará, a los que menos recursos
poseen. Desde mi humilde punto de vista, ha habido una respuesta contra esto,
pero no una respuesta contundente, de esos golpes en la mesa que asustan a los
que están enfrente. Nuestras calles y plazas de pueblos y ciudades se han llenado,
pero no se han abarrotado. No se han colapsado. Las huelgas y los parones se
han hecho sin medir las consecuencias a nivel de producción y ánimo de las
personas, ya desalentadas y con poca esperanza. Por eso, en este nuevo curso
que empieza en la universidad, me gustaría que las acciones que se hagan, se
mediten, se compartan (no impongan), que participemos todos los que queremos
(el que no quiera es libre, pero eso conlleva unas consecuencias); y todo esto,
lo amplio a la sociedad entera. Pensemos seriamente lo que queremos y no
queremos hacer, repasemos acciones pasadas y busquemos nuevas propuestas para
(si hace falta) parar un país entero durante el tiempo que sea, para que se
escuche a las personas y no al dinero. Pero hagámoslo con tranquilidad y cabeza
y no: “¡ea, a la huelga!” o “¡parón para todos!”. Así, nada más que conseguimos
el protagonismo de dos noticias en un par de periódicos. Si queremos un
ejemplo, podemos ver el de Islandia, la gente salió a la calle junta y están
empezando a salir de la maldita crisis. Si tiramos todos juntos del barco,
antes se solucionarán las cosas; además de buscar responsabilidades y culpables
de haber jugado, y lo vuelvo a repetir, jugado, con el pueblo y las personas. Les
dejo con un poema que, personalmente, es uno de mis preferidos. Se llama
Invictus y fue escrito en 1875 por William Ernest Henley. Solía leerlo Nelson
Mandela en Robben Island cuando estuvo preso durante 17 años. Espero que les
guste.
Negra como el abismo insondable,
Doy gracias a los dioses que pudieran existir
Por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
Nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
Mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
Donde yace el horror de la sombra,
La amenaza de los años
Me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
Cuán cargada de castigos la sentencia,
Soy el amo de mi destino,
Soy el capitán de mi alma.
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