Para cielos… los de diciembre.
Claros, relucientes, azules, soleados y sin nubes. Cielos azules para despedir
un año gris. Un año donde nos hemos ido descubriendo cómo los hombres podemos
ser más crueles, más egoístas y más intolerantes. Pero en todo ese gris, sale
algo de luz a través de una sociedad que cuando se ve en el peor de los
momentos, saca su lado más generoso (ahí están las recogidas de alimentos, las
donaciones de sangre o la entrega diaria de muchos anónimos).
Viendo estos cielos azules donde
mueren los años y se adivinan unos nuevos, uno ve cada vez más unos seres
humanos que quieren ser más protagonistas (lo que toda la vida de Dios se ha
dicho el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro).
Hemos conocido cómo nos manejan los poderosos a sus anchas. Hemos visto los
tejemanejes en nuestras narices. Hemos observado cómo se ríen de nosotros. Y
nosotros…a lo nuestro. A nuestro día a día. Al pensar solamente en el día de
mañana y no en el futuro. Porque así nos han enseñado. El “así nos va” o “las
cosas son como son” o “Esto es lo que hay” se nos calado como el frío húmedo se
cala en los huesos. Este año que muere en los cielos soleados de diciembre ha
sido el de una sociedad callada, abatida, que se ha visto desbordada y ahora
entona el mea culpa algunas veces y ladra otras en las barras de las tabernas.
Quiero pensar, deseo pensar, creo
pensar que el nuevo año sea de levantarnos. Pero no contra los gobiernos, los
banqueros, los poderes fácticos y los ocultos. Primero, seamos capaces de
levantarnos contra nosotros mismos. Contra nuestro pesimismo, nuestra avaricia
y nuestro ego. La ceguera que nos cubre nos ha hecho olvidar al que está al
lado nuestro. Espero que estos cielos azules nos quiten la venda de los ojos,
nos limpien el corazón y hagan que seamos, al menos, un poquito mejores en este
año que entra.
Feliz 2014.
Juan Manuel Luna Cruz
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