La generación de los años 90 cumple la mayoría de
edad. Este año dejarán el instituto aquellos y aquellas que nacieron en 1995,
los de 1998 están en la edad de la niña bonita, los que inauguraron la década
estarán a las puertas del mundo laboral y los de 1993 cumplirán 20 años.
Parece mentira (para un miembro de esa generación)
como ha pasado el tiempo. Hace nada éramos unos enanos y ahora, nos enfrentamos
a nuestros propios problemas, añadidos a los de la sociedad en general. “Eso
pasará como siempre” o “Todos nos vamos haciendo viejos” son los comentarios
más repetidos, pero creo que nosotros tenemos un añadido más.
Siempre se suele llamar a un grupo de gente que ha
nacido durante unos años un nombre, por ejemplo, hace unos días escuchábamos al
Rey decir que su quinta eran la generación de la libertad, las personas de los
60 se les ha denominado por 1,60 (sobre todo a las mujeres, que se lanzaron a
los trabajos durante ese tiempo) y a nuestros antecesores, los que nacieron en
los 80, los Hijos de la Democracia.
Pues bien, ¿cómo nos podemos llamar nosotros? ¿Los
ni-ni? ¿La generación digital? ¿La de la Play Station? ¿La del guasap? Yo, como
he nacido idealista, me gustaría proponer un título bonito: los hijos de la
Ilusión. Les explicaré el por qué, nacimos en una época donde se realizaron y
consolidaron grandes proyectos a nivel nacional e internacional: la EXPO, las
Olimpiadas de Barcelona, la consolidación de la democracia parlamentaria, la
Unión Europea…Nacimos durante la última década de un siglo para olvidar (el
XX), con guerras mundiales, hambrunas, pobreza, problemas con el medio
ambiente, entre otros. Pero también con retos tan importantes como el avance en
la tecnología, Internet, la medicina o el medio ambiente. Digamos que nacimos
justo para decir adiós a un siglo de controversias y saludar a un siglo de
retos variados.
Somos la generación que tiene que sacar al mundo de
la crisis, somos esa línea de infantería que se ha quedado la primera tras la
de los 80, la cual ha tenido que irse del país porque no hay solución a corto
plazo. Somos los que, desde nuestros campos de trabajo, tenemos que curar el
cáncer, el sida, ayudar a África, crear una democracia real, seguir creando
cultura y estilos artísticos, informar de lo que acontece a nuestro alrededor,
eliminar los fallos que se han acometido, educar en valores humanos…Tenemos una
lista infinita de retos, que no podremos llevar a cabo todos, pero que tenemos
que dejar encaminados por los que nos precedieron y por los que tienen que
venir después de nosotros.
Tenemos ya encima de nuestros hombros
responsabilidades que acometer. Espero no defraudar a los que están por delante
de mí ni a los que vienen detrás. Pero eso lo tenemos que afrontar con ilusión,
con ganas, porque para eso somos los Hijos de la Ilusión.
Juan Manuel Luna Cruz
Sé que mi opinión ni suma ni resta, pero bueno...
ResponderEliminarHe leido este artículo y, permíteme decirte que, me ha parecido muy interesante por ser una llamada a la "ilusión", además de ser una declaración de principios. Me gusta la gente comprometida, y en tu caso también con formación y capaz de cambiar su alrededor...y quién sabe si no también el mundo.
Juan Manuel, ¡¡Enhorabuena!!
(Sigue así, tan personal y tan tú)
Un saludo