La ciudad me sigue mostrando sus secretos más íntimos
en este otoño de 35º grados. Caminando por Cuna, después de descubrir la rúa de
la prensa hispalense, me adentro en una calle que, personalmente, me encanta.
Es Acetres. Allí, en una pequeña placa, se recuerda el lugar de nacimiento de
uno de los mejores hijos que ha parío este mágico lugar, don Luis Cernuda. Hace
más de un siglo, un poeta del 27, adentró la poesía española en el siglo XX.
Todo eso junto a otros célebres que ustedes conocen. La literatura de nuestro
país entró en los nuevos tiempos: dejó de apenarse después del 98, se trajeron
nuevas formas, nuevas estructuras…Y todo ello, gracias a estos genios. A Luis
Cernuda se le recuerda, pero no con justicia. Es, posiblemente, el que mejor ha
definido a esta mujer con nombre de ciudad. Nadie mejor que él la desnudó con
la prosa inalcanzable y mística de Ocnos. Para la desgracia de su alma, tuvo
que exiliarse después de la maldita guerra. Acabó sus días al otro lado del
Atlántico, añorando su casa, sus calles, sus tiendecitas de la plaza del Pan y
la luz de la ciudad. Además, nadie mejor que él, definió a nuestra Fiesta Mayor
una tarde de Jueves Santo en Glasgow: “Lo que así recreas es el tiempo sin
tiempo del niño”. Ahí lo dejó caer. Metáfora del tiempo, de la niñez, de la
infancia…llámenlo como quieran, pero ahí se resume la Semana Santa.
Sorprendentemente y a la vuelta de la esquina, me
encuentro con otra placa que también señala el nacimiento de otro genio:
Joaquín Turina. Compositor de principios del XX, que nos dejó auténticas obras
de arte musicales como Sinfonía Sevillana o Margot, entre otras. Con su música,
el autor nos lleva en el camino atrás del tiempo hacia una Sevilla que se
prepara para la Exposición Iberoamericana. Una ciudad con dos caras, como el
Jano Bifronte de la Casa Pilatos, con sus glorias y sus penas, con la pobreza y
la riqueza en el mismo lugar, con la decadencia y con el desarrollo en el mismo
ámbito. Los 3 movimientos de Sinfonía Sevillana son el paseo por una ciudad
entre el XIX y el XX. Margot es una eterna agonía de un amor imposible adaptada
a una marcha para una esquina soñada. Turina marchó al igual que Diego, Vicente
o Luis a otros lugares porque esto se le quedaba pequeño. “Sevilla será muy
grande, pero también es un pueblo”, es una afirmación que se suele escuchar
mucho.
Luis y Joaquín son solo dos ejemplos de genios que
nos adentraron en un nuevo siglo. Cada uno en el ámbito que dominaba: uno en la
poesía y otro en la música. Reinventaron esta ciudad, bendita o maldita, y la
adentraron a un ciclo diferente, que cambiaría el curso para siempre. Tenemos
que fijarnos en ellos para que esto no sea un charco estancado como era
antiguamente la Alameda de Hércules. Hay que hacer fluir este río de
posibilidades y compartir todo lo que poseemos con los demás. Así,
convertiremos esta urbe en un cruce de caminos y de culturas en el siglo XXI.
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