-Ni esta ni las anteriores. ¡Qué caló! Y encima la
musiquita hasta las tantas. Luego, entre que llegamos y no, las 3 de la mañana.
Después, el muchacho empieza a roncar. Para terminar, el sol sale muy
tempranito. A ti te veo muy descansá, Juana…
-Si bueno…es que yo ya no espero a mi dueña.
Directamente me voy a dormir. No la aguanto. Comienza a dar vueltas por el barrio:
la calle Relator, Fray Diego de Cádiz, Macarena, Bécquer…y acaba dando más
vueltas que los armaos el Jueves Santo.
Juana y Bernardo, Bernardo y Juana se vuelven a
reunir un día más, dentro de este eterno verano pumarejero. Están jartitos de
un día sí y el otro también con el Lorenzo en lo alto, los dueños dándoles toda
la paguita que le da el Estado a los chinos para litronas y tintos (eso se
llama invertir en capital a corto plazo), y por la noche…tachín,
tachín…megafiesta del pedazo de Centro Vecinal Pumarejo, construido por algunos
vecinos del entorno, que se han instituido como defensores del palacio y la
cultura de este pedazo olvidado de la ciudad, sin tener en cuenta al resto, ni
respetar las opiniones contrarias a fiestas cutres y llenas de mierda.
-Juana, el otro día casi me da un patatús, no es que
yo sea un gato y me esté relamiendo todos los días, pero se me acerca un niño
de 4 o 5 años con más chinches que yo. Claro, están todo el día arrastrándose
por los suelos y gateando por toda la plaza, y así acaban criando piojos.
-No te debes asustar por eso, si tú vieras los baños
en calzones y gel de baño que se pegan algunos en las fuentes de la Alameda, te
arrancarías los ojos.
-Mamma mia, la que nos queda de verano: entre
solito, cantantes a las 4 de la tarde con la guitarra que no nos dejan dormir
las siesta, montajes de escenarios improvisados, fiestas que reclaman derechos
y también los quitan, y los muchachos y las muchachas roncando por la noche, la
canícula se nos presenta muy interesante.
-Bueno, aquí estaremos, nosotros no descansamos,
somos analistas natos y somos de los jartibles. Cuando todo el mundo se vaya de
vacaciones, estos 2 chuchos estarán a su servicio para darle una visión de la
realidad diferente.
-Juana, te has parecido a un programa de televisión.
En fin, solo te digo, amén.
Cuán dos observadores de la vida, estos reporteros
siguen al lado del quiosco de Pepe viendo a sus dueños pasar tela de calor.
Mientras, ellos miran la papa de tinto caliente desde la sombrita. Este coloquio
no para ni en verano, porque las hazañas tampoco.
Juan Manuel Luna Cruz
Cuánta razón llevas! En pocos días Juana y Bernardo tendrán que buscarse otro observatorio desde el que buscar ver la inmundicia de la plaza...
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