El color de los cielos
ha cambiado. Se marchó el triste gris y vuelve el azul que cogía Murillo para
pintar sus cuadros. El brillo de la luz busca entre las hojas al botón que
espera nacer. Durante las últimas semanas, la lluvia ha regado los naranjos de
la ciudad y ha cuidado celosamente a la semilla de la futura naranja. Conforme
han pasado los días, el botón se ha vuelto blanco inmaculado y está esperando
el momento de estallar y convertirse en flor.
Desde su interior,
espera ver otro año más a las personas caminando y buscando entre las calles a
Dios y a su Madre; espera poder mezclar su aroma dulce con el incienso para
crear ese olor inigualable; espera escuchar de nuevo las cornetas llorando por
un Dios ajusticiado, así como estremecerse ante la garganta rota cuando la
saeta muere; espera poder acariciar las manos de un Cristo crucificado y las
bambalinas de un palio. Quizás, a este botón le lata el corazón como al de
muchos sevillanos y sevillanas: con la mecida de las caídas de un paso de
palio.
Este botón espera
encontrarse con la mañana, el júbilo, los niños, la emoción, los capirotes, la
voz de aquel que enseña a Dios andar, los rezos, el Puente, el arrabal, los
devotos tras el paso, los nazarenos, los cirios, el bullicio…Tiene tantas ganas
este botón de convertirse en flor que no puede esperar más. Sin darse cuenta,
sus pétalos se han abierto un amanecer y ha aparecido el azahar. La flor ha estallado
con la venia de su Creador para ir dando paso a la llegada de la Semana de la
Luz, de la Semana del Gozo, de la Pasión, de la Esperanza, de la Vida, del
Encuentro…La llegada de la Semana Santa.
Juan Manuel Luna Cruz
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