Dedicado a Alberto Fraile
Si la primera luz del
otoño la recibe la Amargura en el milagro de cada 19 de septiembre cuando el
sol besa su cara, el último rayo del estío da a la Virgen de las Mercedes
cuando sale de su capilla cada último sábado del mes citado.
De la página web: Rafaes |
La Puerta Real y la pequeña
placita que antiguamente era porticada se queda pequeña cuando los rayos
atronadores inundan el lugar y buscan hacer más grande la aureola de la Virgen.
Es el otro milagro que nos regala el último mes del verano, donde se confunden
las gentes que vuelven de las playas y las primeras hojas caídas. Son los
últimos días de camisas con manga corta y abanico porque en poco tiempo se
pasará a la rebequita y la chaqueta fina. El sol atraviesa las colinas del
Aljarafe, busca San Laureano e ilumina el paso para que toda la calle Alfonso
XII reciba la belleza de Ella.
San Vicente, ese barrio
donde las calles estrechas parecen galerías de un convento entre barreduelas de
naranjos, casas señoriales y balcones que casi se juntan unos con otros; dan la
bienvenida un año más a su Virgen de la Ventana, a la Señorita del Museo que
recibe siempre las 24 horas al que quiera hablarle a través de los cristales.
El Museo, con sus
impresionantes árboles de liana, acoge la pequeña procesión, humilde pero llena
de hermanos guiados por su Madre, la cual redime siempre a los cautivos,
aquellos prisioneros de la sociedad, de la exclusión, del paro y de otros males
que provocamos los seres humanos. Para ellos, Ella siempre va a tener una
sonrisa.
La Parroquia del
barrio, con su inscripción sobre el pórtico: “la casa de los pobres es la
escalera del cielo”, bendecirá a su Vecina un año más. Las hermandades llenarán
la puerta y el sol se despedirá para que se propague por la collación la
verdadera luz que da sentido a nuestro día a día, Mercedes.
La noche caerá sobre la
calle Abad Gordillo y las últimas brisas veraniegas jugarán con las esquinas en
Mendoza Ríos, Redes o Plaza de Rull. Las marchas se suceden sin solución de
continuidad mientras desde las casas se tiran pétalos. La procesión es como un
niño, cuando sale es como un alborozo; mientras que cuando ya viene de vuelta,
es más ordenada y recogida.
Los vecinos ven un año
más como la Virgen de las Mercedes se les va hasta el año que viene si Ella
quiere. Algunos la acompañan hasta su humilde capilla, detrás del paso, a su
lado o entre el cortejo donde van los hermanos con los cirios gastados. El
capataz ya tiene en su chaqueta algunos chorreones de cera. Muchas flores del
paso se han quedado en el camino, en las casas donde hace falta. Si Dios y su
madre no se quedaran en las casas de las personas, esto no serviría para nada.
Juan Manuel Luna Cruz
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