Impacientes, el grupo esperaba en el vestíbulo de la
Galería de la Academia. La guía nos entregó los cascos para poder escucharla
mejor y nos adentramos en sus salas. Había pocas porque casi todo lo importante
estaba en los Uffizi. Digo casi todo porque en este museo se guarda la cumbre,
el final, la apoteosis del Renacimiento. Después de esto, los artistas se
tuvieron que replantear el arte, comentaba la guía. Un viejo florentino
admiraba a aquella figura que salió de una mole de mármol. Y es que Miguel
Ángel sacó a David del bloque. Él ya estaba esculpido. El artista solo lo
liberó de su prisión. Sin embargo, los esclavos siempre quedarán atrapados. Buonarroti aceptaba muchos encargos, pero
pocos concluía. A pesar de ello, se le antojó el Gigante, un bloque de mármol
situado en la catedral de Florencia y se encerró con él 3 años en un patio. De
él, nació el rey bíblico que, sosteniendo una tensión controlada, gira la
cabeza hacia la izquierda con un objetivo concreto. Este objetivo es suyo, es su meta y parece
decirle con los ojos: “Te voy a destruir”.
Me quedé, sobre todo, con
esta explicación de la guía: el objetivo del David. Miguel Ángel podría haber
seguido otros modelos anteriores, sin embargo, nos muestra a un hombre
preparado para el combate y que sabe, por su mirada y concentración, que va a
ganar. Por eso, cuando se le ve, da la sensación de que se le va a escapar la
frase que comentaba anteriormente. Podríamos, ¿por qué no?, buscar un objetivo
como David. La sociedad tiene tantos objetivos de palabra, que no se fija bien
y acaba olvidándose de ellos. Nos hace falta esa tensión controlada de las
manos de esta escultura, las cuales guardan la piedra que ha de caer de bruces
a Goliat. Nos estamos irritando ante la crisis y no achacamos los problemas de
frente. Damos muchos palos de ciego y no miramos fijamente el objetivo. No
parecemos musitar en nuestros labios: “Te voy a destruir”, dirigiéndonos a ese
Goliat, ahora llamado pobreza, hambre, muerte…Podríamos observar detenidamente
a esta cumbre del arte, que parece estar diciéndonos algo en medio de la
tormenta en la que estamos metidos todos.
Juan Manuel Luna Cruz
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