-Manolo, habla de otras cosas porque las jacarandas
no te van a dar de comer.
Vale, vale…pero de que quieres que hable o mejor dicho
de que quieres que me queje; porque últimamente todo el mundo se queja y hace
poca reflexión y autocrítica. Todos hemos tenido algo que ver en este océano de
crisis donde estamos metidos ahora y donde nos estamos hundiendo como el
Titanic.
Veamos… ¿me quejo del Gobierno y de sus políticas
enfermizas de recortes? ¿Me quejo mejor de los políticos, que entre todos
forman un inmenso patio de Monipodio, donde juegan a ver quién se lo monta
mejor y esquiva a la Justicia, que ya está jarta que la usen como una colilla?
¿Me quejo de los poderosos, que se creen tener la verdad absoluta y manejan a
sus anchas un continente entero, pero, que por decir algo, siempre llevan la
misma chaqueta y el mismo pantalón? Alejo todo eso y me quedo con aquellos
políticos (pocos) que luchan en la calle porque una persona más no se quede en
paro, que sacrifican su tiempo, sus vacaciones, su familia para que un lugar
sea un poquito más bello y que se cumplan los derechos y deberes que la
democracia nos regala.
¿Me quejo de los sistemas sanitarios, educativo,
judicial, entro otros? ¿Expreso mi opinión sobre todos esos burócratas que van
lo justo a trabajar y en cuanto pueden se escapan a echarse un cigarrito o a
tomarse el decimocuarto café? ¿Hablo de la Administración y de su excesiva
cantidad de funcionarios que están metidos en edificios gigantes pero muchos de
ellos inservibles? ¿Hablo de las incontables empresas públicas, prolongaciones
de partidos políticos, sindicatos que no defienden nada, corredores de
pacotilla que abusan de los trabajadores públicos en pleno siglo XXI, cesantes
que en vez de ayudar a un nuevo Gobierno preparan desde el día siguiente el
ataque dentro de 4 años? No. No quiero hablar de eso, ni quejarme tampoco.
Prefiero comentar y charlar sobre ese funcionario que te atiende en una
oficina, de ese profesor que se deja la piel en un aula y también la garganta,
de ese médico atento con sus pacientes, de ese representante político por el
que no pasan los años ni los gobiernos porque integra a la ciudadanía y no a un
color ni a otro.
¿Me quejo de la enseñanza, de las huelgas, de los
parones, de aquellos que intentan dinamitar lo que existe, lo que hay a nuestro
alrededor? ¿Qué quieres que te diga? Prefiero pensar en lo bueno, que buscar lo
malo y quejarme (como se dice en la calle: los políticos de la oposición nada
más que saben quejarse). Además, hay muchos profesionales que saben denunciar o
quejarse mejor que yo.
Prefiero quedarme con mis jacarandas, con Membrillo,
con mis sueños, penas y glorias y para eso, nada mejor que el mismísimo Góngora
te lo resuma:
“Ándeme yo caliente
y ríase la gente.
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno;
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.
Coma en dorada vajilla
el Príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente”[…]
y ríase la gente.
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno;
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.
Coma en dorada vajilla
el Príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente”[…]